Las flores de cempasúchil y terciopelo son elementos fundamentales en la tradición cultural mexicana, especialmente durante la festividad del Día de Muertos.
El cempasúchil, también conocida como “flor de veinte pétalos,” se distingue por sus tonos anaranjados y amarillos, no solo adorna altares y ofrendas, sino que simboliza la luz del sol, que guía a las almas en su regreso al mundo terrenal. Por otra parte, la flor de terciopelo, conocida popularmente como “cresta de gallo,” destaca por sus vibrantes colores que abarcan desde el rojo, púrpura, amarillo y rosado, que representa la inmortalidad del alma y el ciclo eterno de la vida.
Más allá de su belleza, estas flores representan la unión entre la vida y la muerte, ayudándonos a mantener viva la memoria, convirtiéndose en recuerdos de amor y trascendencia espiritual.
Definitivamente, el Día de Muertos es una celebración profunda que nos invita a recordar la fragilidad de la vida y la belleza de los lazos que forjamos con aquellos que amamos.
Como dijo Mario Benedetti: “después de todo la muerte es síntoma de que hubo vida”